domingo, 24 de octubre de 2010

LOS ASESINOS DE OCTUBRE

La cuidad ya duerme y, por un momento, pienso que es tarde en esta noche del 20 de octubre. Pero la muerte de Mariano Ferreira no me deja dormir. Caigo en la cuenta, siento, que hay tiempos que no se miden con el reloj. Hace horas murió Mariano asesinado. Pero esas horas se van a hacer eternas en el dilatado transcurrir de la lucha. Porque hay tiempos que se miden con la bronca. Los tiempos de los Fuentealba, de los Julio López, de los Victor Balbuena, de los Luciano Arruga, de los Kosteki y Santillán y de tantos otros se miden con la bronca de la injusticia, con la desesperación de la vida. Hoy murió Mariano. Asesinado por las balas de la patota sindical de la Unión Ferroviaria. Esa masa traicionera fabricada por el seno del pejotismo. Esa camorra asesina comandada desde hace 25 años por José Pedraza. Esa patota mercenaria y ese “empresario” sindical al servicio de los gobiernos argentinos, esa bonaerense cómplice, los Scioli, los Duhalde y los Kirchner asesinaron a quemarropa, en perfecta y sanguinaria máquina conformada, a un joven más. Y a Mariano ya no le queda tiempo. Se me entrecruzan, zigzagueantes y duras, varias imágenes por la cabeza: la foto de la presidente Fernández abrazada a Moyano y Pedraza en noviembre último, la entrega del Belgrano Cargas a la Unión Ferroviaria, los trabajadores despedidos del Roca defendiendo sus derechos en la calle y en la vía, Pedraza veraneando en el Sheraton de Río, la masa mercenaria avanzando hacia los trabajadores. Y la sangre de Mariano que se va y en ella se va su vida. Y tiñe de rojo octubre. Se van los 23 años de un pibe compañero que estaba luchando por los derechos de los de su clase. Le arrancan asesinada, una vez más, la vida a un joven que lucha. ¡Y de nuevo a empezar contra estos mismos hijos de puta de siempre! Es el tiempo de la bronca el que marca ahora. Ya vendrán los informes televisivos, las marchas, los reportajes, las huelgas, la cara de Mariano en las banderas. Pero seguirán ahí los impunes. Los asesinos de este octubre. Los de campera y bala en mano. Los de traje y billetera. ¿Seguirán ahí hasta cuando? Es el tiempo de la lucha el que marca ahora.


Sebastián Pittavino