jueves, 2 de julio de 2009

Agencia Pelota de Trapo - CTA-

Sálvese quien pueda: ¿ése es el Plan?
Los pobres inocentes
Una crónica conocida

Sálvese quien pueda: ¿ése es el Plan? 01/07/09
Oscar Taffetani
(APe).- Decíamos en una nota publicada por esta Agencia en septiembre del año pasado: “La ministra Ocaña y el director Fernández, cuando termine la presente gestión, seguramente hallarán la manera de reinsertarse en otra. Ellos pertenecen a la raza de los intercambiables. Saben cómo mentir a la población. Saben cómo engañar a la OMS y a Unicef. Están preparados...”Esta semana, horas después de las elecciones legislativas que expresaron el masivo desencanto con el gobierno de los Kirchner, la ministra de Salud Graciela Ocaña renunció a su cargo.¿Por qué después de las elecciones?, nos preguntamos. ¿Qué tienen que ver el dengue, la flamante gripe A, el Chagas, la tuberculosis y la creciente mortalidad infantil con las elecciones legislativas?¿Acaso había que engañar al pueblo? ¿Había que mentirle (una vez más) al soberano, dibujando falsas estadísticas y falsos reportes sobre la situación sanitaria? ¿Para qué? ¿Para justificar esos escudos y súbitas emergencias que permitan a los funcionarios manejar discrecionalmente los fondos públicos, esquivando legislaturas y controles y auditorías?

La cruzada del Dr. Zin
El ministro bonaerense Claudio Zin manifestó su intención de convocar próximamente a los “reservistas” de la Salud: médicos jubilados, estudiantes avanzados de Medicina, pasantes de Enfermería, boy-scouts (perdón por la ironía), para lanzar una gran cruzada contra la gripe A.¿Por qué ahora y no la semana pasada?, nos preguntamos ¿Es que también lo afectó al ministro Zin el virus de las elecciones legislativas?Pero además: ¿por qué hacer una cruzada contra la gripe A y no contra el dengue (que ya tiene más de cinco muertos, más de 30.000 infectados y amenaza con una explosión en primavera)? ¿Y por qué olvidarse del autóctono Mal de Chagas, que representa dos millones de infectados y miles de muertos al año?Veinticinco niños argentinos, promedio, mueren por día a causa del hambre y las enfermedades de la pobreza. Ese sólo dato está pidiendo a gritos que se movilicen todos los recursos y todos los presupuestos del Estado para combatir y erradicar el mal (porque el hambre y la pobreza son el verdadero mal: son las causas primeras de todos los otros males).La culpa -hemos escrito muchas veces- no es del Aedes Egypti. Ni del A (N1H1). Ni del bacilo de Koch. La culpa no es del tamiflú (ni de la falta de tamiflú). La culpa es de un Estado ciego, administrado por señores de parche en el ojo (no por tuertos, sino por piratas), donde van revistando sin solución de continuidad ministros y funcionarios multipropósito, envueltos en nubes de amnesia e impunidad.Hobbes, en su obra mayor Leviathán, escribió que el Estado es la superación de la primitiva lucha de todos contra todos, en donde el hombre, sin ley, se comporta “como lobo del hombre”.Sin embargo, este Estado argentino que ha soplado indiferente las velitas por los cien años del Chagas; éste que prefirió esconder la cabeza (cual avestruz) ante las noticias del dengue y la influenza; éste que comete a diario el crimen del hambre, es un Estado en mal estado. Es un gigante inútil que debemos empezar a cambiar, no importa el costo, si es que deseamos conquistar esa demorada segunda oportunidad en el mundo -y en los mundos- que vienen.

Los pobres inocentes 24/06/09
Por Miguel A. Semán
(APe).- La madre de Naira Luna recibe una Tarjeta social de 120 pesos al mes. Su ex pareja le arrima otros 100 y con eso tiene que arreglárselas para darle de comer a sus siete hijos. Pese a todo, dice la madre, Naira comía bien, ella le daba el pecho y la mamadera y hasta el martes no había notado que estuviera enferma.
El martes se dio cuenta de que había perdido color y la llevó al microhospital de Albardón, desde donde fue derivada al Hospital de Niños Carlos Navarro, provincia de San Juan. Allí la internaron en la Unidad de terapia intermedia pediátrica y falleció a la 1 de la madrugada del miércoles.
La madre, de 28 años, dice que a sus hijos nunca les ha faltado nada. La beba de 4 meses se descompensó pocas horas antes de internarla. Los médicos, o los encargados de prensa del hospital, sostienen que llegó desnutrida, deshidratada y con infecciones generalizadas y denunciaron el caso ante la justicia para evitarse eventuales sanciones de cualquier tipo.
Ante un caso similar ocurrido en Calingasta en enero de 2008 la justicia debió investigar también la posible responsabilidad de los padres en la muerte de un bebé de dos meses. Su conducta negligente, dijeron desde el hospital, podría encuadrar dentro del tipo penal del homicidio culposo.
Ahora la justicia correccional, a la que el sistema represivo le encarga la investigación de las pequeñas causas y sus efectos, ordenará a los peritos el análisis minucioso de las vísceras de Nadia para averiguar si la beba murió de hambre, desamor o desidia. Tal vez en poco tiempo el juez esté en condiciones de dictar una sentencia que reparta la resaca de culpa entre pobres inocentes.
Los médicos para eludir responsabilidades no dudan en señalar a los padres como negligentes absolutos y autores culposos de la muerte de sus hijos. A su vez los padres señalan a los médicos como causantes inmediatos de las muertes más injustas de la tierra. Una vez más el sistema penal al servicio de lo injusto.
Los pobres son invisibles hasta que la culpa los vuelve concretos. Sea por dolo o negligencia lo que importa es encuadrar sus tipos en el marco del delito y si no da, estirar o achicar el marco hasta que coincida. Ellos, portadores de todos los tipos penales que existen o existirán, no podían dejar de ser responsables de la muerte por desnutrición de sus hijos. Tampoco de su propia miseria y de su analfabetismo.
En el país de las culpas chicas sólo cumplen condena los pobres inocentes.